domingo, 19 de abril de 2009

Kalifornia

Todo un sueño. 10 días galopantes a ritmo relajado pero constante, observando, tomando fotos, escuchando, respirando aire hollywoodiense. El alojamiento, hostales de precios juveniles y huéspedes de todas las edades, incluso diría que había un número sospechoso de gente de la tercera edad... Medios de transporte: avión, barco, y pies. Tranvía no, que las cuestas de San Francisco se disfrutan más subiéndolas tu misma, notando que tu nariz casi roza el firme de la calzada con tal inclinación -la de la cuesta y la de tu propio cuerpo... .Pero como las historias normales y corrientes, empezaré por el principio, más o menos. Y el comienzo de todo fue Santa Mónica -para mí sí tiene acento. Soleado, caluroso y húmedo, tiempo de costa en abril. Cerca del hostal, la calle céntrica: un paseo, con bancos, plaza (sí, ¡una plaza! ¡Por fin!), aspirantes a estrellas del pop y del rock y de la farándula general actúan entre los viandantes rodeados de curiosos. Algunos hasta se traen el ampli y se les oye a lo ancho y largo de la calle versionar a clásicos y modernos. Pero lo que más me llama es lo que hay a un lado y al otro de cada acera: Tiendas. Muchas tiendas. Menos mal que todo es demasiado caro y no puedo más que mirar, que es gratis. Allí caminamos por la playa, donde a lo lejos se veía un muelle con parque de atracciones, montaña rusa que, bajo el sol, me suena a aquela "Rollercoaster of Love" de los Red Hot ( y no RHCP como los llaman por aquí...Dios, cómo le gustan los acrónimos a esta gente...), kalifornianos por excelencia. De ahí nos vamos andando andando hasta Venice Beach, y aquí por fin se puede decir que vemos algo "distinto". Por el paseo de la playa circulaban peatones y ciclistas, aunque éstos segundos eran mucho más numerosos, y cada cuál utilizaba un triciclo, unos patines, o lo que fuera; nunca he visto tantos tipos de vehículos a una, dos, tres, cuatro ruedas en mi vida. En Venice, el aire es más templado, acogedor: edificios viejos, pintados de anuncios publicitarios antiguos o de dibujos sin más, y mucha gente, de todos las edades, razas, colores y atuendos. Al otro lado de los edificios, estaban asentados puestos de mercadillo compuestos por hippies, algunos jóvenes, pero muchos eran mayores, incluso algunos rozando la vejez. Vendían cuadros, que muchos habían sido pintados por ellos mismos, colgantes, pendientes, anillos, todo de bisutería para la mujer, carteras, relojes, lo típico de los mercadillos, más o menos. Al otro lado de la calle, habían Bares. De éstos de terracita y cañas, y música alta. Y hasta los topes de gente. No está mal, ¿no?

Corremos a alcanzar el autobús, la noche está cayendo.

El Paseo de la Fama.
Entramos a una tienda de souvenirs y nos hacemos fotos con Oscars de plástico, para inmortalizar nuestra llegada. Veo que no sólo hay estrellas de actores, sino tambien de cantantes, productores de cine, personajes de dibujos animados, etc. Todo un desfile de glorias del sueño americano. El suelo arde, a pesar del aire medio fresco. Gente disfrazada de Superman, de Jack Sparrow, de Pato Donald se ofrece para hacerse una foto contigo (por 2 o 3 dólares, claro).

Teatro Kodak.

Es mucho más pequeño de lo que parece por la tele. Con todo el barullo de alrededor, podría incluso pasar desapercibido. Nosotros subimos al quinto piso desde donde se puede ver el famoso cartel de Hollywood (míralo, qué hermosura, ¿eh?)

Beverly Hills.

Cochazos, casonas, todo con sufijo aumentativo. Aunque estoy segura de que lo visible en aquella urbanización era sólo la punta del iceberg.

Downtown Los Ángeles:

Una castaña pilonga. ¿Cómo puede ser que, una ciudad tan inmensa como L.A., tengo un centro tan soso e inhóspito? Se salva: la primera casa que se construyó en Los Ángeles, de estilo mejicano, claro. Está situada en una minúscula barriada de estilo mejicano, un par de calles conservadas con su estilo original de mediados del siglo XIX, donde hay un mercadillo de productos mejicanos (originarios de o inspirados en, según se mire).

Esto es lo básico, lo que más me interesa contar (el objetivismo para los periodistas...), el resto está en las fotos. Ahora, avión derechitas a San Francisco. Pero esto se merece otra entrada aparte...

2 comentarios:

Ñ dijo...

La verdad es que no estuvo nada mal, no.

Unknown dijo...

Nop, estamos hechas unas aventureras!

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